Domingo de Resurreccion - VIDA DE CRISTO, por Fulton Sheen

Domingo de Resurreccion - VIDA DE CRISTO, por Fulton Sheen

DOMINGO DE RESURRECCION – Domingo, Abril 16 2017

 

“En la historia del mundo soÌlo se ha dado una vez el caso de que delante de la entrada de una tumba se colocara una gran piedra y se apostara una guardia para evitar que un hombre muerto resucitara de ella: fue la tumba de Cristo en la tarde del viernes que llamamos santo. ¿QueÌ espectaÌculo podriÌa haber maÌs ridiÌculo que el ofrecido por unos soldados vigilando un cadaÌver? Pero fueron puestos centinelas para que el muerto no echara a andar, el silencioso no hablara y el corazoÌn traspasado no volviera a palpitar con una nueva vida. DeciÌan que estaba muerto; sabiÌan que estarna muerto; deciÌan que no resucitariÌa, y, sin embargo, vigilaban. Le llamaban abiertamente impostor. Pero ¿seguiriÌa acaso engañando? ¿Acaso el que les habiÌa «engañado» dejaÌndoles que creyeran que habiÌan ganado la batalla, ganariÌa la guerra de la verdad y el amor? Recordaban que JesuÌs habiÌa dicho que su cuerpo era el Templo y que, despueÌs de tres diÌas de que ellos lo hubieran destruido, EÌl volveriÌa a edificarlo; recordaban tambieÌn que se habiÌa comparado con JonaÌs, y habiÌa dicho que, asiÌ como JonaÌs habiÌa estado en el vientre de la ballena por tres diÌas, asiÌ EÌl estariÌa en el seno de la tierra por tres diÌas y luego resucitariÌa. Al cabo de tres diÌas recibioÌ Abraham a su hijo Isaac, ofrecido antes en sacrificio; tres diÌas estuvo Egipto sumido en tinieblas que no eran naturales; al tercer diÌa se aparecioÌ Dios en el monte SinaiÌ. TambieÌn ahora existiÌa cierta preocupacioÌn por lo que ocurririÌa el tercer diÌa. Al amanecer del saÌbado, por tanto, los priÌncipes de los sacerdotes y los fariseos, quebrantando el descanso sabaÌtico, se presentaron ante Pilato para decirle:

 

“Señor, recordamos que aquel impostor dijo mientras viviÌa auÌn: DespueÌs de tres diÌas resucitareÌ. Manda, pues, asegurar el sepulcro hasta el diÌa tercero, no sea que vengan sus disciÌpulos de noche, y le hurten, y digan al pueblo: Ha resucitado de entre los muertos. Y el postrer error seraÌ peor que el primero.” (Mateo 27:63-64)

 

Pero Pilato no se sentiÌa de humor para ver a aquel grupo porque ellos eran los culpables de que hubiera condenado sangre inocente. HabiÌa hecho su investigacioÌn oficial para cerciorarse de que Cristo estaba muerto; no se someteriÌa a la idea absurda de usar los soldados del ceÌsar para custodiar una tumba judiÌa. Pilato les dijo asiÌ: “TeneÌis una guardia; id, y guardadlo como sabeÌis.” (Mateo 27:65) “Ellos, pues, se fueron, y sellando la piedra, aseguraron el sepulcro por medio de la guardia.” (Mateo 27:66)

 

El rey yaciÌa de cuerpo presente con su guardia personal a su alrededor. Lo maÌs asombroso en este espectaÌculo de la vigilancia en torno a un cadaÌver era que los enemigos de Cristo esperaban la resurreccioÌn, mas no asiÌ sus amigos. En este caso los fieles eran los esceÌpticos; los infieles eran los que creiÌan. Sus seguidores necesitaban y pidieron pruebas antes de darse por convencidos. En las tres grandes escenas del drama de la resurreccioÌn hubo una nota de tristeza e incredulidad. La primera escena fue la de una llorosa Magdalena que vino por la mañana temprano a la tumba, provista de especias aromaÌticas, no para saludar al Salvador resucitado, sino para ungir su cuerpo inerte.”

 

(Capitulo 54, pgs. 481 – 482)

 

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